En el texto “El punto de vista del autor” del
libro Las reglas del arte, Bourdieu
plantea que la ciencia de la cultura se centra en tres operaciones; primero, el
análisis del campo literario en el seno del campo del poder y de su evolución en
el discurso del tiempo; segundo, el análisis de la estructura interna del campo
literario, cuya estructura se rige por sus propias leyes de funcionamiento y de
transformación; finalmente, el análisis del origen de los habitus de los
ocupantes de estas posiciones. De tal forma, en el siguiente trabajo, se
describen algunos de los conceptos principales de la ciencia de la cultura;
específicamente, aquellos que van configurando el papel del autor de cultura,
es decir el artista, ya sea conocido como escritor, escultor, pintor, etcétera.
·
El
campo literario en el campo de poder
Bourdieu, por su parte, desarrolló inicialmente su
concepto de campo precisamente para mostrar la fecundidad del análisis
sociológico en un ámbito tan difícil de objetivar como lo es el de la creación
cultural. Convencido de la posibilidad de aplicar el modo de pensamiento
relacional, característico de la ciencia moderna, a todos los fenómenos
sociales, incluidos los más sutiles, como los de la creación literaria,
artística o filosófica, empleó el concepto de campo para designar una postura
teórica, generadora de elecciones metódicas, tanto negativas como positivas, en
la construcción de los objetos.
Por otra parte, el campo de poder es
el espacio de las relaciones de fuerza entre agentes o instituciones que tienen
en común poseer el capital necesario para ocupar lugares dominantes en los distintos
campos, sobre todo económico y cultural. Cada uno de los agentes que intervienen en el campo
intelectual ocupa un espacio y, aunque éste no es permanente, responde a las
estructuras que determinan la forma en que autores, editores y críticos se interrelacionan.
La contribución de Bourdieu radica en establecer
los factores que intervienen y determinan las relaciones entre los agentes que
participan en el campo intelectual.
Para presentar nuevas opciones de estudios
literarios, Bourdieu considera que necesariamente se tiene que llevar a cabo
una ruptura metodológica de los principios establecidos, porque sólo así se
puede fundamentar una ciencia rigurosa de las obras culturales y la forma
legítima de abordarlas, romper con los estudios que relegan el análisis del
proceso de canonización y jerarquización para delimitar la población de los
autores que encabezan el canon literario, pues sólo se enfocan en enlistar una
parte de la historia del proceso de canonización cuando dedican sus estudios a
enumerar los premios que obtuvieron los autores canonizados.
·
El
“nomos” y la cuestión de los límites
Dentro de
un campo hay un conflicto de definición, ya que cada cual trata de imponer los
límites del campo que van más de acuerdo a sus intereses, las definiciones de
las condiciones para que algo pertenezca al campo. Por lo tanto, cuando los
defensores de la definición más “pura” dicen que unos artistas que no son
artistas auténticos, les niegan la existencia como artistas.
Desde el punto de vista de artistas
“auténticos” pretenden imponer en el campo el punto de vista legítimo sobre el
campo y la ley fundamental para éste; asimismo, pretende imponer el principio
de visión y división (nomos) que define en campo artístico como tal y que
permite distinguir entre el arte y el no
arte, entre los artistas “auténticos”, dignos de ser pública y oficialmente
expuestos, y los otros, devueltos a la nada por el rechazo del jurado..
Por ejemplo, la definición que
aceptamos como evidente en la actualidad, es el resultado de una larga serie de
exclusiones para negar la existencia como escritores dignos de este nombre a
todo tipo de productores que podrían percibir su existencia de forma más laxa o
en una definición más amplia.
El evite las luchas de definición,
consiste en fronteras, y con ello, en jerarquías. Definir las fronteras,
defenderlas, controlar las entradas, significa defender el orden establecido en
el campo. Esta lucha a propósito de los límites del grupo de las condiciones de
pertenencia a él nada tiene de abstracta; la realidad de toda la producción
cultural, y la propia idea del escritor, pueden acabar transformándose debido a la ampliación del conjunto de las
personas que tienen algo que decir sobre los asuntos literarios. Producir
efectos en él, aunque sean sólo reacciones de resistencia o de exclusión, ya es
existir en un campo.
·
La
“illusio” y la obra de arte como fetiche
Mediante
las luchas por el monopolio de la definición del modo de producción legítimo se
origina continuamente la creencia en el juego y el interés en él, es decir toda
a illusio a la que pertenecen.
Cada campo a través de la forma particular de regulación de las
prácticas y de las representaciones que impone, ofrece a los agentes una forma
legítima de realización de sus deseos basada en una forma particular de
“illusio”. En esta forma específica de
“illusio”, permite a sus agentes distinguir lo que es importante (lo que me
importa: “interest” y lo que me da igual “in-diferente”.).
El productor del valor de la obra de arte no es el artista, sino el
campo de producción como universo de creencia y productor del valor de la obra
de arte como fetiche, al fundar este valor en el poder creador del artista.
Sólo por excepción particular en los momentos de crisis, en algunos
agentes puede haber una representación consciente del juego como juego, por lo
que se arruina la “illusio”, haciendo que se vea como una ficción histórica. La
creencia colectiva en el juego (illusio) y en el valor sagrado de sus envites
es a la vez la condición y el producto del funcionamiento mismo del juego; está
en el origen del poder de consagración que permite a los artistas consagrados construir
determinados productos, mediante el milagro de la firma, en objetos sagrados.
·
El
espacio de los posibles
La
relación entre las posiciones y las tomas de posición no es una relación
mecánica, sino que se hace mediante el de los posibles, es decir, el espacio de
las tomas de posición, un lugar orientado y portador de las tomas de posición.
La herencia acumulado por la labor
colectiva, se le presenta a cada agente como un espacio de posibles,
entendiendo éste último como un conjunto de imposiciones probables que son la
condición y la contrapartida de un conjunto de usos posibles.
Este espacio de los posibles se
impone a todos los que han interiorizado la lógica y la necesidad del campo
como una especie de trascendental histórico, un sistema de categorías de
percepción y valoración, de condiciones sociales de posibilidad y legitimidad
que definen y delimitan el universo de lo pensable y lo impensable , es decir
el universo finito de las potencialidades capaces de ser pensadas y realizadas
en el momento considerado y el sistema de imposiciones dentro del cual se
determina lo que hay que hacer y que pensar.
Así, el campo de las tomas de
posición posibles se presenta en el sentido de la inversión y de la colocación
bajo la forma de una determinada estructura de probabilidades, de beneficios o
de pérdidas probables, tanto en el plano de lo material como en el plano de lo
simbólico.
·
Reflexividad
e “ingenuidad”
La
evolución de campo de producción cultural hacia una mayor autonomía va
acompañada de un movimiento de mayor reflexividad que lleva a los géneros a una
especie de retroceso crítico en ellos mismos. La historia del campo es
realmente irreversible, por lo que, los productos de esta historia
supuestamente autónoma, presentan una forma acumulativa.
Así, toda la historia del campo es inmanente a cada uno de sus estados,
y para estar a la altura de sus exigencias objetivas, como productor pero
también como consumidor, hay que poseer un dominio práctico o teórico de esa
historia y del espacio de los posibles en el que la historia se desenvuelve.
Referencias
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