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lunes, 25 de febrero de 2013

Orientalismo y Cultura e Imperialismo de Edward Said


 
 

 Orientalismo, Cultura e Imperialismo son tres conceptos claves en el pensamiento del intelectual palestino-estadounidense Edward W. Said. En el presente escrito  se muestran algunas consideraciones generales sobre qué es lo que Said entiende por Orientalismo, su concepto de Cultura, y finalmente la relación de ambos con el Imperialismo como sistema de dominación de una cultura sobre otra.
El Orientalismo, más que una disciplina, es un discurso hegemónico que tiene su base en el mundo erudito y de las instituciones y gobiernos, con una pretensión de verdad, discurso que tiene más que ver con Occidente que con un Oriente real, puesto que es producto de las propias circunstancias históricas y políticas de Europa. Es así como el Orientalismo, en tanto discurso hegemónico, se convierte en un filtro para cualquier occidental que quiera conocer, decir o escribir sobre Oriente, ya que se convierte en un sistema de ideas con fuerza, pero no por eso menos productivo.
A partir de esa definición, Said sostuvo en Orientalismo (1978) que en Gran Bretaña y Francia –las grandes potencias coloniales europeas decimonónicas– se generó una corriente cultural que resultó hegemónica en dichos países y que las bases propuestas por la Antigüedad y del Medievo, le sirvieron para generar sus propias identidades en contraposición a “Oriente”, fundamentalmente identificado con un modelo árabe y musulmán.
Este mismo Orientalismo estaba conformado con argumentos supremacistas del europeo blanco contra el árabe musulmán y otros tópicos literarios esencialistas, siendo un ejemplo el de la “lujuria oriental”. Así, sirvió como justificación del dominio colonial de ambos países en Oriente Próximo, primero en Egipto y luego, tras la Primera Guerra Mundial, en el resto de antiguos dominios del recién fenecido Imperio Otomano. Y, finalmente, también dicho Orientalismo cumplió esa misma función, tras la Segunda Guerra Mundial, al servicio de la nueva potencia hegemónica occidental: Estados Unidos de América.
En 1993, Said publicó Cultura e imperialismo, en él ampliaba su enfoque al incluir propuestas de los estudios publicados por John MacKenzie y otros historiadores durante la década de 1980. En dicha obra, sostuvo ahora que el nacionalismo de las dos grandes potencias coloniales europeas se alimentó no sólo del “Yo contra el Oriente árabe”, si no en el “Yo contra el Resto”. Además, este último estudio no sólo se centra en Francia y Gran Bretaña, sino que también dedica su atención al discurso anticolonial que se generó entre los pueblos bajo dominio colonial, que tendieron a reproducir la misma dinámica desarrollada por sus dominadores, aspecto frecuentemente ignorado por sus críticos.
En cuanto al término Cultura, Said lo aborda desde dos puntos de vista. En primer lugar, considera que cultura se refiere a todas aquellas prácticas como las artes de la descripción, la comunicación y la representación, que poseen relativa autonomía dentro de las esferas de lo económico, lo social y lo político, que muchas veces existen en forma estética, y cuyo principal objetivo es el placer”. En segundo lugar, la cultura es un concepto que incluye un elemento de refinada elevación, consistente en el resguardo de lo mejor que cada sociedad ha conocido y pensado. En su segunda acepción Said plantea la Cultura como un escenario donde se enfrentan distintas causas políticas e ideológicas. Para Said, el problema de esta idea de Cultura, radica en que ésta no sólo implica la veneración de lo propio, sino que esto se vea, además, en su calidad de obra trascendente, separada de lo cotidiano, esto es, carente de mundanidad.
De esta forma, de los textos anteriores hay algunos puntos que se pueden considerar como las principales aportaciones de Edward Said: en primer lugar, la noción de discurso; segundo, la relación entre conocimiento y poder, que Said tomó de Foucault; y tercero la relación del texto con su mundanidad, que es, sin lugar a dudas, uno de sus principales aportes teóricos.

 
1.- Discurso
Según Foucault, es un sistema de ideas que fija los límites de lo verdadero en un sistema de adecuación social. Las sociedades modernas, para Foucault, son sociedades de discursos, los cuales tienen pretensión de verdad. Esto genera procedimientos de exclusión, cuya mayor manifestación se ve en lo prohibido. La mayor fuente de producción de discurso va a ser la ciencia, es ésta la que produce el discurso verdadero, uno que tiene fuerza, a partir de la cual la disciplina se convierte en principio de control de la producción del discurso.

2.- La relación entre conocimiento y poder
Está íntimamente conectada con lo anterior, pues aceptar esta noción de discurso implica admitir que el poder produce saber, que poder y saber implican directamente el uno al otro, que no existe relación de poder sin la constitución correlativa de un campo de saber, ni de saber que no suponga y constituya relación de poder. Aceptar esta noción significa comprender que el saber no es inocente, produce poder y, en consecuencia, implica renunciar a la oposición entre conocimiento interesado y desinteresado.

3.- Mundanidad
Said se refiere a la importancia de resaltar la relación de un texto con su mundo al momento de analizarlo, es decir, con las circunstancias políticas y sociales que lo produjeron. Esto significa que es un error tratar al texto como un objeto, el cual es producto de una mente independiente y aislada de un mundo, sino que muy por el contrario. Si bien, no es correcto afirmar que un autor está determinado por sus circunstancias históricas, políticas y sociales, sí es producto de éstas y el texto, en tanto producto suyo, es también producto de este mundo.
El concepto de mundanidad es de suma importancia al momento de analizar la relación entre conocimiento y poder, la cual exige renunciar a la oposición entre conocimiento interesado y desinteresado, pues desde la perspectiva de la mundanidad, todo texto –en cuanto producción de una determinada época con sus propias circunstancias políticas, sociales y culturales– estaría mediado por la ideología.

4.- El texto literario como no-objeto
Said desarrolla su crítica al estructuralismo y al posestructuralismo, a los cuales les imputa la especialización “sacralizada” y el tratamiento del texto como objeto, lo que lo desvincula de su realidad política y cultural. Es por esta vía teórica y metodológica que Said descubrió en muchos textos clásicos de la literatura inglesa y francesa, elementos del discurso dominante del colonialismo, características que otros críticos literarios no habían logrado ver debido a que padecieron del error de concebir al texto como un objeto, apartándose de su historia política marcada por el colonialismo. Es importante dejar claro que no existe una correspondencia directa entre estos textos, las instituciones políticas y los gobiernos, sino más bien una retroalimentación, sin necesidad que haya una correspondencia directa o intencional.

 
Cuando las nociones de discurso, relación entre conocimiento y poder, la mundanidad del texto, y el texto literario como no-objeto, no son tomadas en cuenta se concibe a la Cultura como una forma de expresión elevada que no deja ver el trasfondo ideológico dado por el discurso dominante de la cultura del imperio (para el caso del mundo árabe, el Orientalismo), ni tampoco permite comprender los intereses creados y recreados entre el campo de la erudición y los gobiernos coloniales, y esto porque no se analiza la mundanidad de los textos, es decir, las circunstancias políticas, sociales e históricas que los produjeron y que conforman, en gran parte, el discurso orientalista.

 

Textos de Edward W. Said

Cultura e imperialismos

Orientalismo

 

Bibliografía
Cultura e imperialismo. Por Edward W. Said, traducido por Nora Catelli, Barcelona: Anagrama (1996).
Fernández Buey, Francisco. Said y la topología cultural del imperialismo. 2003. Consultado por internet en:

Reseña del libro Orientalismo. Consultado por internet en:

Mendieta, Eduardo. “Ni orientalismo ni occidentalismo: Edward w. Said y el latinoamericanismo” en Revista Tabula Rasa, núm. 5,  julio-diciembre 2006, Colombia. Consultado por internet en:

martes, 19 de febrero de 2013

Raymond Williams (1921-1988)

 
Julia Eissa
 


Aplicando la metodología, derivada del libro Cultura y Sociedad, 1780-1950. De Coleridge a Orwell (1958), al propio Raymond Williams, se obtienen cuatro campos diferentes que son necesarios para elaborar una interpretación completa de su obra. Estos campos son: Productor, Consumidor, Contexto y Obra.
Nos abocamos al primer campo de la metodología:
 

PRODUCTOR
 
·         Para este aspecto son relevantes elementos como su código lingüístico, su código cultural, la editorial dónde publicó, su campo cultural, la difusión de su obra pensada como el objeto-libro.

 Su vida es una suma de contrastes siempre encausados a sus ideales: Raymond Williams, nació en Llanfihangel Crocorney, Gales, Reino Unido, el 31 de agosto de 1921. Fue hijo de un empleado de los ferrocarriles, por lo que creció en un sector medio bajo con constantes luchas sociales contra el capitalismo; esta herencia Galesa, caracterizada por sentimientos de inconformidad, así como de un profundo interés por el movimiento operario, lo acompañaron prácticamente toda su vida.
Comenzó sus estudios en la gramática Galesa en Abergavenny Grammar School, obtuvo una beca que le permitió continuarlos en la universidad de Cambridge. Se enlistó en el Ejército Británico, por lo que cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial interrumpió sus estudios para ir al frente de batalla. Estuvo en la ofensiva de Normandía en 1944, y continuó en una pequeña unidad hasta el final de la guerra en 1945. Regresó a Cambridge a proseguir con sus estudios que finalizó en junio de 1946. En septiembre del mismo año declinó una oferta para una investigación de tres años y prefirió unirse al Comité de Clases Tutoriales de la Universidad de Oxford; durante los siguientes quince años se dedicó a la enseñanza para adultos. Durante ese tiempo fundó dos revistas: Politics and Letters de 1947 a 1948 y The Critic en 1947, en donde se trataba de conciliar la teoría de Leavis con el análisis social abordado desde una perspectiva marxista. De igual forma, en este periodo son sus primeros libros: Reading and Criticism (1950) y otros tres estudios literarios en la misma línea metodológica, y su estudio “The Idea of culture” (1950).
Militante socialista, en los años 50 participó en la fundación de las publicaciones de izquierda The New Reasoner y The New Left Review. Además, por esos mismos años, perteneció, junto con otros, al denominado Círculo de Birmingham (marxistas británicos, de las décadas de los años cincuentas y sesentas). Dichos intelectuales comienzan formando parte del partido comunista, del cual se alejan por diferencias con el sector ortodoxo. Este grupo se aboca, sobre todo, al desarrollo de una historia de tipo cultural; y es ahí, cuando Williams comienza a interesarse por una resignificación social de la cultura. De tal forma, Williams el novelista, dramaturgo, comunicólogo y comunicador, es uno de los padres de los primeros estudios culturales británicos, orientados por su perspectiva crítica, de influencia marxista. Tales trabajos, lo llevaron a ser considerado como el pensador británico más importante del pasado siglo en el ámbito de la historia de la cultura y de los Estudios Culturales.
Williams entendía que las expresiones culturales encierran, más allá de la espontaneidad creativa, un conjunto de implicaciones que incluyen la ideología del autor y otros valores institucionales del entorno. Influido por el pensamiento sobre la hegemonía cultural de Gramsci, su compromiso político se definió en torno a la corriente de la nueva izquierda; por lo tanto, la obra de Williams es de gran importancia en la revisión de la idea de cultura, desde el punto de vista del marxismo (materialismo cultural), ya que él entendió la literatura y formas culturales relacionadas, no como el resultado de una aventura estética aislada, sino como la manifestación de un proceso profundamente social que implica una serie de relaciones complejas entre la ideología autoral, el proceso institucional, y la concepción estética. Iniciándose en el contexto de la academia literaria británica.
Su primera obra importante, que representaría el inicio de su carrera intelectual: Cultura y Sociedad, apareció en 1958 y su repercusión fue tan grande que redefinió el concepto de cultural y la forma de abordarla. La magnitud de la obra es tanta que desde su primera edición hasta 1993 ha sido editada cerca de ochenta veces en cuatro idiomas diferentes, incluyendo el español.
Debido al impacto de sus libros, en 1961 Raymond Williams fue invitado a regresar a la Universidad de Cambridge a dar clase, lo cual aceptó. Fue profesor de Drama en la universidad desde 1974 hasta su temprana jubilación en 1983. En 1961, de forma paralela aceptó dar clase en el Jesus College en donde no dejó de asistir hasta su  muerte.
Asimismo, se interesó por las relaciones entre ideología y cultura y por el desarrollo de perspectivas socialistas en las artes comunicacionales; por lo tanto, Raymond Williams inició algunos estudios sobre la mediología y la sociología contemporánea reconociendo que, pese a la importancia de lo social, la tecnología también cuenta. Williams plantea que el incremento de la movilidad (terrestre, marítima, aérea) genera una mayor necesidad de información para la humanidad; y por lo tanto, el deseo social no nace de la tecnología, convive con ella. También afirma que la propia tecnología aparece como un deseo, que se manifiesta desde la definición de un proyecto hasta su concepción material y su introducción en el mercado.
Así, Williams da una perspectiva más sociológica de la TV, afirmando que la TV sólo fue capaz de adaptar los contenidos a su estructura concreta, ya que su verdadera naturaleza es la de presentarse como un flujo. El modelo que triunfa en la TV es el de la mezcla de imágenes, de géneros, de contenidos: el flujo. El flujo se contrapone a una estructura en bloques, a una discriminación u ordenación de los contenidos. El medio televisivo alcanza su madurez cuando adquiere su estructura de flujo, y ésta no es una característica negativa en sí misma. La inconsistencia de los contenidos llega a su máximo con el zapping.[1] Para dar prueba de ello, participó activamente en las polémicas sobre el sentido y las funciones de la televisión desde dentro del medio, ya que realizó y formó parte de numerosos programas de la BBC. La televisión tenía, a su entender, una importancia capital en la formación cultural, equiparable al valor de lo impreso, a la vez que era una fuente de innovación social. Esa importancia de la televisión, y los medios de comunicación en general, se ve reflejada en sus obras The Long Revolution en 1961 y Comunications.
Desde 1961 puede notarse una actitud de oposición respecto a la propia institución a la que pertenecía, y la institución de la lengua inglesa que hacía a un lado a las expresiones literarias de otras partes del territorio británico, entre ellas a la tradición galesa; esto se hace notable en sus libros With Modern Tragedy de 1966, The English Novel from Dickens to Lawrence de 1970, y The Country and the City de 1973. Después se nota un mayor trabajo en cuestiones teóricas relacionadas con el marxismo y la teoría literaria que se inaugura con su libro, nacido de una estancia en la Universidad de Stanford en 1973: Television. Tecnology and Cultural Form publicado el año siguiente. Pero la línea marxista queda más clara en sus libros: Marxism and Literature (1977), Problems in Materialism and Culture (1980) y Culture (1981); todos publicados en un periodo de cuatro años. Para esta fecha Raymond Williams ya era considerado uno de los más importantes teóricos de la cultura, no sólo en lengua inglesa.
De 1983 hasta su muerte repentina en Saffron Walden, Essex, Inglaterra, el 26 de enero de 1988, tenía sesenta y seis años de edad, Williams se abocó a la producción de varios libros y ensayos que se centraban en la Modernidad y las acciones contra el “Nuevo Conformismo” que provocaba el primero. Entre los libros pertenecientes a esta etapa están: Toward 2000 publicado en 1983, Writing en Society de 1984. De manera póstuma, se publicó The Politics of Modernism: Against the New Conformism.
En el ámbito literario, a su muerte, Williams dejó incompleta su única novela.
La originalidad de este autor consiste en que abordó sus investigaciones desde una perspectiva “marxista culturalista”, siendo muy consciente de las implicaciones de la cultura en los procesos históricos y el cambio social. Williams se conformó como un marxista de la subjetividad, cuyo interés fue introducir, en el pensamiento de dicha línea, la centralidad de la conciencia, de la acción orientada por los valores, en oposición al marxismo de la objetividad, que atribuía el cambio social a una serie de fuerzas ajenas a la voluntad consciente de los hombres.
 

BIBLIOGRAFÍA

Austin Millán, Tomás R. “Para comprender el concepto de Cultura” en UNAP Educación y Desarrollo, Año 1, Nº 1, marzo 2000, de la Universidad Arturo Prat, Chile. Consultado de manera electrónica:
Gómez Bravo, Gutmaro. “La historia social británica: Memoria de una contribución colectiva” en Revista Historia y Comunicación Social, agosto 2003. España. pp. 119-137. Formato electrónico, consultado de manera electrónica: http://dialnet.unirioja.es/servlet/listaarticulos?tipo_busqueda=ANUALIDAD&revista_busqueda=1545&clave_busqueda=2003.
Higgins, John, ed. The Raymond Williams Reader. Great Britain: Blackwell Publishers, 2001.
Rupérez, Ángel. “Vida y pensamiento de Raymond Williams”, en El País, 23-dic-2011. España. Consultado de manera electrónica:
Shashidhar, R. “Culture and Society: An Introduction to Raymond Williams”, en Social Scientist, vol. 25, no. 5/6 (may-jun 1997). pp. 33-53.
Williams, Raymond. “Hacia varios socialismos”. Consultado de manera electrónica:  http://www.correntroig.org/IMG/pdf/Hacia_varios_socialismos.pdf
Worldcat Identities. “Williams, Raymond”. Consultado de manera electrónica: http://worldcat.org/identities/lccn-n80-36657.





[1] El zapping es el acto de cambiar continuamente de canales a la TV con el control remoto.

 

martes, 12 de febrero de 2013

RAYMOND WILLIAMS: UNA NUEVA RE-SIGNIFICACIÓN DEL LENGUAJE PARA LA CULTURA


La idea de cultura se ha ido transformando a lo largo de la historia, debido a que es una reacción general a un cambio completo y fundamental de las condiciones de vida cotidiana, es decir, se da una transformación que altera una acción habitual; de esta forma, al final de dicho cambio, comienza la re-elaboración de la idea de cultura como un esfuerzo por recuperar el control ante la vida cotidiana de una sociedad. Actualmente, se continua tratando de establecer ese equilibrio, y por ende hay una búsqueda sobre los nuevos lineamientos que se deben seguirse para conformar una idea de cultura que vaya acorde con los cambios enfrentados por la sociedad; todos ellos como un resultado de la revolución industrial y la instauración del capitalismo como modelo económico mundial.

Raymond Williams propone una re-significación de los conceptos ligados a la cultura, ya que, según el teórico, recibimos un conjunto de significados de la tradición de las diferentes épocas de la humanidad, pero que en la actualidad no todos ellos conservan su significación debido a que se han transformado por los avances tecnológicos e industriales, las nuevas formas sociales para relacionarse o por una mezcla de ambas partes al convivir el capitalismo y el hombre.

A continuación, presento los seis conceptos con re-significación establecidos por Williams en su obra Cultura y Sociedad, 1780-1950. De Coleridge a Orwell (1958).
 

Masa y masas

Según Raymond Williams, en un principio el concepto de “masas” era utilizado de forma peyorativa para referirse a cosas relacionadas con el pueblo, es decir, con el vulgo; aquel grupo de personas pertenecientes a una clase inferior, pertenecientes a la clase trabajadora (principalmente obreros). Dicho sector se originó por tres razones; en primer lugar, una fuerte concentración demográfica en las ciudades industriales; en segundo lugar, la concentración de trabajadores en las fábricas; y tercero, el desarrollo de una clase obrera en un proceso de autoorganización, es decir, un apiñamiento social y político; así, surgió la palabra “masas” para denominar al populacho como ese grupo crédulo, con inconstancia, con prejuicios y bajeza en los gustos y las costumbres; de acuerdo con esas características las masas constituían un peligro para la cultura.

De ahí también surgieron los medios de comunicación masivos, entendidos como el conjunto de medios utilizados para entretener o informar a las masas, pero que en su mayoría, desafortunadamente, seguirían creyendo en el concepto de “masas” como ese grupo que debería estar sojuzgado a una clase poderosa más alta. Aunado a esta división, surge una separación para la democracia: la democracia de masas y la democracia de clase. La primera de ellas se refiere al pueblo trabajador que si bien puede responder a las características antes mencionadas (grupo crédulo, con inconstancia, con prejuicios y bajeza en los gustos y las costumbres), también lo hace a esa lucha por la igualdad y una intención de modificar la sociedad; mientras que la segunda, se caracteriza por los procesos mediante los cuales una clase dominante encauza su tarea de gobernar.

Por lo tanto, se puede decir que hay dos significados para el concepto de  “masas”: el primero, “Masa” entendida como un grupo mayoritario, de clase trabajadora y clase media-baja, diferente del segundo, ese grupo llamado “masa” como sinónimo de populacho. Sin embargo, siempre pensaremos en “los otros”, los desconocidos, los ajenos a nuestra forma de ser o de ver el mundo como “masa” y nunca nos asumiremos como pertenecientes a ese grupo, aunque es bueno considerar que alguien nos vera como masa al ser diferentes o desconocidos para lo que se desarrolla en su grupo social. No obstante, es importante retomar la conclusión de Williams para este punto en el que plantea que en realidad no hay masas sino sólo formas de ver a la gente como tales, ya que en la medida en que lo hagamos le daremos a otros la cortesía de reconocer lo desconocido, es decir, de reconocerlos.

 

Comunicación masiva

Los medios de comunicación han sido de gran ayuda para las sociedades; desde la imprenta, pasando por los medios de transporte con la máquina de vapor y después el motor de gasolina hasta los aviones, o los aparatos como el telégrafo, el teléfono, la televisión, entre otros. Todos ellos grandes transformadores de la vida cotidiana de la humanidad. Sin embargo, siempre se ha cuestionado la impersonalidad con la que trabajan, ya que no se puede mantener una comunicación recíproca instantánea entre el emisor y el receptor, por lo que se convierte un acto de simple información mas no de una verdadera comunicación, pero, por otro lado, lo que han permitido desarrollar es lo que Williams define como “transmisión múltiple”, con este concepto el teórico se refiere a la expansión en cuanto al público que se ha logrado con estos medios de comunicación, ya que se ha logrado llegar a un mayor público en un menor tiempo conforma han avanzado estos medios, convirtiéndose en verdaderos “medios de comunicación masivos”, caracterizados por abarcar ambos significados del concepto; por un lado, se impacta a un grupo extenso de personas (Masa) pero también se comunica lo que un grupo de élite desea que sepa un grupo inferior (masa).

No obstante, es importante mencionar que no sólo se trata de lo que los medios ofrecen, sino también de lo que la gente desea y en otros casos lo que puede consumir; por lo tanto, los medios de comunicación van ligados a la formación que cada persona tiene pero también a lo que se produce para cada sector social, de tal forma que es posible encontrar personas que prefieren abaratar los contenidos de los medios o rebajar su nivel cultural para, supuestamente, poderse comunicar con los de una clase más baja cuando en realidad los pertenecientes a este nivel social no tienen un gusto innato por lo bajo ni un desprecio por la cultura, sino simplemente no se les ha permitido un acercamiento y mucho menos un verdadero adiestramiento para comprender otras cosas diferentes a lo que siempre se les ha presentado como lo propio para el nivel de entendimiento de su clase.

 

Observación masiva

Actualmente, se clasifica como cultura popular o cultura de masas, todo aquello que, en general, es de un nivel malo o bajo de calidad porque se justifica que el público hacia el que va dirigido no tiene el interés, formación, educación, e incluso inteligencia, para comprender o recibir algo mejor y es por eso que se les debe dar ese tipo de arte a las sociedades, cuando en realidad lo que se busca es mantener un sometimiento ideológico, político y cultural de la Masa, y por lo tanto, es preferible etiquetarla de ignorante y darle ese tipo de contenidos con medios de comunicación vacíos, pero con mucha “cultura popular”.

La recepción activa y la respuesta vital ante este tipo de cultura, dependen a su vez de una comunidad concreta con experiencia, y su calidad depende del reconocimiento de la igualdad práctica. Las numerosas desigualdades que todavía dividen a la sociedad hacen difícil o imposible una comunicación eficaz. Por lo tanto, se puede decir que se necesita una “cultura común”, no en beneficio de una abstracción de la sociedad. Esa cultura común no debe ser entendida como una cultura igual, sino como una cultura compartida por los diferentes niveles de una sociedad con los mismos derechos, contenidos, principios y expectativas hacia sus receptores, ya que una cultura no es sólo un corpus de trabajo intelectual e imaginativo; también es todo un modo de vida.

 

¿La cultura y qué modo de vida?

La cultura está ligada a un modo de vida, de tal forma que se puede observar una cultura burguesa y una cultura obrera, debido a que el sentimiento de clase es un modo, más que una posesión uniforme de todos los individuos. Así, cuando se hace referencia a la cultura para alguna clase no se refiere a un arte que esté destinado sólo para esa clase sino de la idea colectiva de una clase, de las instituciones modales, hábitos de pensamiento y no por un determinado lenguaje, un cierto tipo de viviendas o un sector social determinado. Por lo tanto, se puede decir que en la cultura como totalidad, hay una interacción entre dos modos de vida, el burgués y el proletario, y un área que puede describirse como común a ambos porque comparte elementos de estos dos sectores que permiten una “comunicación común” y un intercambio ideológico-social.

 

La idea de comunidad

La idea de cultura se ha desarrollado como una crítica de lo que se denominó la idea burguesa de sociedad. Esta idea de sociedad se fundamentó en la idea de comunidad, en la cual todos concuerdan en general aunque al final se definió de diferentes maneras. Hoy en día, se tienen dos grandes interpretaciones, opuestas al liberalismo burgués, y al mismo tiempo opuestas también entre sí: la de servicio y solidaridad. La primera responde a la actitud que deben mantener los gobernantes y que muchas veces olvidan, es decir, el comportamiento que se mantiene en la clase burguesa; mientras que la segunda se trata de la interpretación que hizo la clase obrera sobre la primera (el servicio a la comunidad), trasladándolo a la solidaridad aunque en algunos casos no fue bien aceptada porque se le percibía como inferior.

 

El desarrollo de una cultura común

La idea de solidaridad es el fundamento real de de una sociedad, siempre y cuando el interés común sea entendido como verdadero interés propio, ya que la comprobación individual está principalmente en la comunidad. Actualmente, una cultura común será una organización muy compleja que requerirá un ajuste y una reformulación constantes, siendo la solidaridad, el único elemento capaz de estabilizar una organización tan ardua, ya que se basa en los opuestos, debido a que, esta solidaridad debe ser capaz de alcanzar la diversidad sin generar separación.

 

Con estos seis conceptos de re-significación planteados por Williams, se pueden observar las transformaciones que ha habido desde la Revolución Industrial, sobre todo en el nivel de la comunicación como un componente fundamental para la cultura de una sociedad. Estos seis conceptos muestran los juegos de doble significación que existen en las ideas, pero a su vez no sólo desde un nivel lingüístico sino también desde un nivel ideológico y social al pertenecer a un nivel burgués o a un nivel obrero.

martes, 5 de febrero de 2013

LAS BASES DE LOS ESTUDIOS CULTURALES SEGÚN RAYMOND WILLIAMS

A lo largo de su obra, Raymond Williams ha abordado diferentes temáticas en torno a la cultura para poner las bases de lo que, actualmente, se conoce como “Estudios Culturales”.[1] En el siguiente trabajo desarrollo los cinco puntos que E. San Juan, Jr. plantea en su artículo “Raymond Williams and The Idea of Cultural Revolution” como ejes principales de la obra de este autor con respecto a la temática de la cultura actual o, mejor dicho, de los estudios culturales de los que Williams se encuentra a la cabeza como pionero en el área.
          Para comenzar, considero importante aclarar un poco la visión de Williams sobre los estudios culturales a los cuales considera como un proyecto, en principio, no sólo de oposición, sino también liberador. Para Williams consiste en traer a tanta gente como sea posible, a esa dimensión del conocimiento humano y social para darles la posibilidad crítica que les fue negada por el mundo de las prioridades del mercado y las abstracciones burocráticas en las que el capitalismo los ha sumergido.
          En otras palabras, el programa de estudios culturales tiene como objetivo la aceptación y la posibilidad de más amplias relaciones comunes, en una búsqueda compartida para la independencia del mundo de la producción capitalista; para ello, Williams propone la orientación a una nueva forma de vida, basada en la práctica, la auto-gestión, la auto-renovación de las sociedades, en donde las personas se preocupan primero por los demás y por el mundo en que viven. En resumen, los estudios culturales tienen por objetivo promover una verdadera democracia en la que los sistemas de producción y comunicación se basan en la satisfacción de las necesidades humanas y el desarrollo de las capacidades humanas.
           A continuación, presento los cinco puntos planteados por E. San Juan Jr. como las aportaciones más importantes y duraderas de Raymond Williams para el campo de la preocupación política e intelectual llamado “Estudios Culturales”.
          En primer lugar, la idea de cultura como los procesos y prácticas sociales que tengan como fundamento principal las relaciones sociales materiales en los sistemas de mantenimiento (economía), decisión (política), el aprendizaje y la comunicación (cultura), y la generación y crianza (el dominio de la reproducción social), debe estar basado en el principio de tierra de cualquier enfoque progresista y salvador. Con esto Williams se refiere a que la cultura debe ser el eje central de una sociedad, es decir, el elemento base capaz de mover todo el sistema, por eso lo equipara con el sector primario, la tierra, ya que a partir de él es que comienza todo el sistema de producción y alienación del capitalismo y que si fuera la cultura sembraría a la crítica como semilla de un nuevo sistema.
           En segundo lugar, la historización de todas las prácticas culturales y los procesos se debe a una necesidad de aprehender la ideología y la política de sociedades divididas en clases en el capitalismo tardío. Por lo que, al dejarse de lado es un hecho que va propiciando las desigualdades Norte-Sur, los desequilibrios ecológicos y los conflictos étnico-raciales; de tal forma, que las situaciones a las que conllevan la suma de todos estos elementos proporcionan las condiciones idóneas para las guerras que son un eje fundamental para el capitalismo. Los estudios culturales, por el contrario, necesitan esta historización para investigar la naturaleza y la función del Estado.
            En tercer lugar, el paradigma del consumista del capitalismo, y las desigualdades de todo origen étnico, la raza, el género, la sexualidad, la religión, etcétera, deberían ser criticados por un enfoque basado en una absoluta solidaridad. Los estudios culturales son un claro ejemplo de ese tipo de crítica de la solidaridad, ya que se caracterizan por una completa oposición a las relaciones de poder y la propiedad, para centrarse en el fomento de actividades para describir, aprender, intercambiar, y preservar experiencias únicas pero que deben ser comunes, es decir, que deben pertenecer y ser conocidas por toda la sociedad y no sólo por un grupo minoritario determinado.
         En cuarto lugar, el proyecto de los estudios culturales es la producción de conocimiento práctico que ayudará a promover una interacción participativa, innovadora y democrática de diversas comunidades con sus experiencias históricas específicas; dicho objetivo se logrará a través de la extensión de la educación pública y el control público y el acceso a todos los medios de comunicación. Dado que los procesos de aprendizaje y la comunicación son fundamentales para los estudios culturales, Williams concibe a la revolución cultural comprometida con una transformación radical de la sociedad que promueva estos valores; por lo tanto, plantea que los humanos deben crecer en la capacidad y el poder para dirigir sus propias vidas, mediante la creación de instituciones democráticas, nuevas fuentes de energía para el trabajo humano, y con la ampliación de la expresión y el intercambio de experiencias entre los individuos de una sociedad.
            En quinto, y último lugar, la importancia de la agencia e intención. Para los estudios culturales lo más importante es un compromiso serio con todas las cuestiones vitales que nos rodean. Por lo tanto, la renuncia, la contemplación neutral, y la simpatía retrospectiva son, precisamente, contra lo que Williams lucha. Pero, por supuesto, en cualquier transformación revolucionaria, siempre hay riesgos, pero también hay oportunidades que aprovechar. La intervención de los estudios culturales es, pues, hacer una espera práctica o de forma más precisa, hacer que la revolución cultural sea un suceso permanente y no sólo algo de moda que en poco tiempo será olvidado.
          Para concluir, considero importante retomar una última idea de Williams, en la que propone que estamos viviendo en una constante revolución que abarca los diferentes elementos que componen a una sociedad como lo económico, lo político y lo cultural, por lo que afecta a las personas e instituciones al transformar la naturaleza, las formas de autogobierno democrático y las formas de educación y comunicación. Williams considera que el sistema de significados y valores que la sociedad capitalista ha generado tiene que ser derrotado en general y en detalle por las clases más fuertes en cuanto a un trabajo intelectual y educativo. Sin embargo, algo tan profundo como una estructura dominante del sentimiento sólo se cambia por una nueva experiencia activa. Por lo tanto, para afrontar esta revolución de forma exitosa, tenemos que aprender y enseñar a los demás las conexiones entre una formación política y económica, una formación cultural y educativa, y, quizá el más difícil de todos, una formación sentimental y de las relación humanas, ya que son nuestros recursos inmediatos para cualquier lucha.
 


[1] E. San Juan, Jr. “Raymond Williams and the Idea of Cultural Revolution”, en Revista College Literature, Vol. 26, No. 2 (Primavera, 1999), pp. 118-136. Consultado vía internet: http:/www.jstor.org/stable/25112456,  el 30 de diciembre de 2012.

Imaginando la escritura