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martes, 12 de marzo de 2013

“La vida real” de Eduardo Antonio Parra, desde la propuesta poscolonialista de Bhabha


 

En el siguiente trabajo se analiza el cuento “La vida real” de Eduardo Antonio Parra, para lo cual se aplica la propuesta de Homi K. Bhabha aunque desde una adaptación, ya que la obra a trabajar no es resultado de la época colonial, pero sí cuenta con momentos y situaciones que responden a esas relaciones de poder, deseo, sometimiento, ambivalencia, etc., que se pueden observar en un contexto de colonización. Para ello, partiré de los conceptos originales propuestos por Bhabha para después trasladarlos a la época actual del norte de México donde se desarrolla la historia del cuento a analizar.
Bhabha propone el concepto de ambivalencia, ya que en el discurso colonial el otro es objeto de deseo y de desprecio; así, en el cuento “La vida real”, la pareja de pepenadores se presenta como un elemento repulsivo para Soto (el periodista de nota roja), cuando encuentra por primera vez a la pareja y sólo aprecia su horroroso y repulsivo físico, maloliente, cubierto de harapos, heridas y cicatrices; pero, al mismo tiempo, hay una atracción cuando se le revelan en un ambiente de erotismo, con amor y deseo, algo que el periodista ya ha perdido por completo. Además, la ambivalencia se puede apreciar en la diferencia social y económica que existe entre los pepenadores (paupérrimos o algunos delincuentes que han escapado de la vida real para ocultarse en el baldío donde se desarrolla la historia) y Soto, su esposa, los del periódico (clase media, con preparación, es decir, individuos supuestamente “normales” de la sociedad), ya que los profesionistas con una situación económica despreocupada desean la riqueza de los  pepenadores porque es lo único que no tienen, es decir, ese deseo y pasión en sus relaciones que por supuesto tampoco son amorosas; de esa forma, se puede apreciar claramente como existe una relación de ambivalencia entre los personajes del cuento ya sea de forma más personal como se muestra en el primer caso o a un nivel más general entre la pareja y la sociedad.
Otro concepto planteado por Bhabha es el estereotipo, el cual se liga con el fetiche freudiano, ya que se refiere a ese elemento que une lo extraño y perturbador (sexual o racial) con lo familiar y aceptable (el fetiche o el estereotipo). Esto se puede observar claramente cuando Soto presenta su reportaje sobre la vida de la pareja esperando que sea publicado porque se siente atraído por esa forma de vivir la vida y desea que llegue a toda la sociedad aunque su jefe lo hace dudar e intenta mostrarle lo opuesto y convencerlo de que eso no le interesa a la sociedad; entonces, se puede decir que Soto tiene esa atracción por la vida amorosa de los pepenadores aunque también hay una cierta repulsión al pensar que eso no es lo que la sociedad marca como verdadero amor y que sólo es una felicidad, de acuerdo con lo que normalmente establece la sociedad.
Un tercer concepto es el mimetismo, en el que Bhabha se refiere a esa asimilación que surge en el colonizado de lo que le muestra o enseña el colonizador, es pues una forma de querer parecerse al otro que se muestra como lo civilizado o lo aceptado por la sociedad. En el caso de “La vida real” lo que sucede es muy especial, porque en un principio, cuando Soto conoce a la pareja de pepenadores, los amantes son los que tratan de asimilar y parecerse a la sociedad de la que proviene Soto, por lo que logran capturar su atención y ser retratados en posturas comunes para una pareja de la sociedad con la que convive el periodista cada día (parejas de esposos que buscan una foto de estudio para mostrar su amor de una forma recatada ante la sociedad, para ser bien vistos y no juzgados por los otros individuos que la conforman); por lo que, Soto comienza a retratarlos como a una pareja común y corriente de la sección de sociales del periódico en el que trabaja; aunque las poses van evolucionando y terminan por ser casi pornográficas, y aunque Soto siente una atracción a través del lente de su cámara que lo obliga a querer tomar más y más fotos; al mismo tiempo, hay algo que se lo impide y le causa asco y repulsión, por lo que decide dejar de tomar fotos y no hacer nada más cuando se termina el rollo de su cámara, como si eso fuera una forma de cumplir con lo que la sociedad plantea como correcto. Sin embargo, al final del cuento podemos ver que es Soto quien termina por ser absorbido por completo por los pepenadores y ese erotismo casi pornográfico de su relación, por lo que decide romper por completo con las ataduras de su sociedad y se olvida de las presiones de su trabajo y publica el reportaje que él quiere sin importarle lo que diga su jefe, además de la ruptura con su mujer, quien ya no le brindaba esa pasión erótica como la de la pareja y sólo le dejaba mil y un preocupaciones.


El último concepto de Bhabha para este trabajo, considero que es el que podría otorgar una mayor aportación para el análisis de este cuento; dicho concepto es el de hibridez, ya que considero que mientras la pareja decide romper con su hermetismo y mostrarle a Soto un poco de esa pasión erótico-amorosa; por su parte, el periodista logra adentrarse por completo en el deseo y romper con todas sus ataduras para apropiarse de eso “nuevo”, aunque “extraño”, que le es revelado por la pareja de pepenadores; de esa forma, hay una hibridización entre lo que el reportero considera como la vida real y lo que la pareja le devela como “la verdadera vida real”, por lo que ambas partes pierden un poco de sí para dejar entrar al “otro” en su mundo y mezclar el ideario de cada uno para resignificar y reconstruir su mundo a partir de lo aprendido del “otro”.

Finalmente, aunque la propuesta de Bhabha no se puede aplicar completamente a esta obra, considero importante las aportaciones que pueden dar estos conceptos a la literatura actual, ya que se pueden retomar desde otro enfoque las situaciones de poder y sometimiento que se dan en una colonización y que también pueden estar presentes en la actualidad a partir de la globalización o de algunos otros problemas o temáticas que se despliegan hoy en día por las relaciones económicas y de poder que se desarrollan entre los países, aun sin ser colonias de nombre o de forma legal aunque, en cierta forma, sí en la práctica, como más o menos sucede entre Estados Unidos y México, quienes mantienen una relación de codependencia, atracción y sometimiento.

Referenicas:
Bhabha, Homi K. (2002). El lugar de la cultura. Argentina: Cultura Libre.
Parra, Eduardo Antonio (1999). "La vida real" en Tierra de nadie. México: Era.
Silva Echeto, Víctor Manuel (2004). "Comunicación mediática, nomadismo y desestabilización de las fronteras" en Revista Nómadas. No. 10.   http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/10/vmsilva.pdf




domingo, 3 de marzo de 2013

Críticas al Poscolonialismo de Homi Bhabha





La relevancia adquirida en los últimos cinco años por la crítica de Homi K. Bhabha exige una cuidadosa consideración de sus postulados; debido a que se le concede el mérito de haber generalizado, en la teoría literaria contemporánea, la utilización de un buen número de conceptos y términos destinados, específicamente, al análisis del fenómeno colonial (desde el punto de vista textual, pero también psicológico y sociológico), como, por ejemplo, los de ambivalencia, hibridación o mimetismo. Todos ellos aparecen con frecuencia en los debates actuales sobre la literatura y el discurso colonial, si bien ha de reconocerse los tres se encontraban ya en las obras de Frantz Fanon.
Al seguimiento y descripción de estos conceptos están dedicadas estas líneas, que parten de las consideraciones críticas que ha recibido la obra de Bhabha y de la lectura de sus textos principales.

1.- En principio, su proyecto intelectual es de difícil descripción: Bhabha es el crítico más alejado de los textos particulares, ya que la especulación de sus textos parece menos aplicable a la lectura e interpretación de obras literarias.
2.- Como sus publicaciones se han reimpreso con frecuencia y siempre con pequeñas correcciones o modificaciones, el seguimiento atento y cronológico de su obra es muy complicado, debido a que se convierte en una circularidad llena de repeticiones con mínimas modificaciones.
3.- Sus textos teóricos son de difícil lectura, ya que su estilo personal tiene un gusto notable por el uso del metalenguaje crítico y una notoria inclinación a cambiar los marcos teóricos de referencia. De hecho, Bhabha se ha referido a su propia obra como un ejemplo de “anarquía teórica”,  e incluso sus lectores mejor dispuestos han juzgado que muchos de sus escritos son confusos e innecesariamente complejos.
4.- La exploración de temas relacionados con la mujer y con el género ha estado ausente en gran medida de las aproximaciones postcoloniales. La presencia recurrente de alusiones sexuales a las mujeres en los textos orientalistas es vista por los autores postcoloniales como algo separado del proceso de diferenciación cultural que ocurre en el momento de encuentro entre colonizador y colonizado. Por ello se explica la ausencia de análisis bajo conceptos psicoanalíticos referentes al inconsciente y a la sexualidad (la fantasía, el deseo, la negación), de los procesos de configuración del sujeto y de la producción de conocimiento referente a Oriente. Separar la esfera sexual de la esfera cultural implica negar los esfuerzos que el feminismo ha hecho por dejar las dicotomías sexo/género y cultura/naturaleza. Homi Bhabha vincula los momentos de diferenciación cultural y sexual a través del uso de la figura del fetiche. Sin embargo, la diferenciación sólo queda enunciada como metáfora para explicar la configuración de la superioridad cultural occidental, dejando de lado el problema de la sexualidad y de la construcción de los sujetos coloniales sexuados.
5.- Al aplicar el concepto de ambivalencia y estereotipo a una obra literaria, Bhabha toma al personaje de ficción como si fuera un sujeto colonial real, y juzga sus patologías o sus deseos como si fueran los de un individuo con existencia independiente; por lo que el despliegue conceptual de la teoría no parece estar a la altura de su aplicación al análisis de los textos literarios. En la confrontación con la ficción, parece como si Bhabha se limitara a llevar a cabo una lectura temática tradicional. Es decir, contesta a las preguntas: ¿quién es?, ¿qué piensa el personaje sobre los indios?, ¿en qué se fundamenta lo que piensa? Este nivel elemental de interrogación del texto no se abandona en el ensayo, ni siquiera para juzgar o para preguntarse por la intención política que informa la totalidad de la narración. En lugar de utilizar los instrumentos teóricos para revelar elementos o aspectos no percibidos por la crítica anterior, Bhabha se limita a realizar la traducción de una lectura escolar a un metalenguaje de ascendencia psicoanalítica.
6.- Bhabha sostiene que el discurso colonial, a diferencia de otras formas de autoridad, se caracteriza porque no distingue entre la cultura metropolitana y la cultura ajena, sino entre sí mismo y sus dobles, entre una “cultura madre” y sus “bastardos”, lo que podría entrañar una negación o, al menos, una matización de la violencia del colonialismo, ya que no hay una división neta entre colonizador y colonizado, sino una frontera difusa, una relación compleja, mimética y ambivalente, una final hibridación que es, al cabo, una forma de resistencia.


Estas son algunas de las críticas hacia la teoría del Poscolonialismo de Homi Bhabha, aunque es importante reconocer las grandes aportaciones que ha hecho este teórico con sus conceptos, los cuales han incorporado nuevas teorías y perpectiva para analizar la producción artística colonial, también es importante reconocer que algunos estudiosos proponen algunas de las carencias o críticas anteriores, por lo que consideran que dicha teoría deja ciertos vacíos que deben llenarse para poder aplicarla de manera más efectiva para realmente analizar el arte que responde a los principios de una coloniazación.

Referencias

Conceptos y términos de Homi K. Bhabha




Los términos y conceptos más importantes que ha desarrollado Homi K. Bhabha son cuatro: la ambivalencia, el estereotipo (o el estereotipo como fetiche), el mimetismo y la hibridación. No parece descabellado, sin embargo, proponer que casi todos ellos pueden proceder de la lectura de la obra clínica de Fanon, de la que ha heredado los intereses fundamentales: la atención a la alienación colonial, a la neurosis del colonizado, a la pulsión del mimetismo.

Ambivalencia y estereotipo
Ambivalencia es uno de los términos más repetidos en la obra crítica de Homi Bhabha, quien sostiene que el discurso colonial es ambivalente, porque -como había sugerido Fanon- el otro, el nativo, es a la vez objeto de desprecio y deseo. La ambivalencia describiría en este caso un proceso simultáneo de negación y de identificación con el otro. La demanda de identificación es la de ser para otro, e implica que “la representación del sujeto se produce siempre en el orden diferenciador de la alteridad”.  Sólo a través del otro construye el sujeto su identidad y sitúa su deseo de la diferencia. Fanon había ya observado que el colonizado se construye a sí mismo a través de las representaciones del colonizador, desde la mirada del blanco y con los libros del blanco, y había descrito las fantasías del negro de blanquearse mágicamente, de asimilarse al colonizador y, sobre todo, de poseer sus bienes y ocupar su lugar. Bhabha agrega que también el colonizador desea mirarse y percibirse a sí mismo desde ese lugar, desde el punto de vista del nativo, porque ese punto de vista le engrandece: ese fenómeno es, en términos psicoanalíticos, el deseo de seguir siendo uno mismo y de ser como otro y una duplicación (esto es, el deseo de ocupar dos lugares a la vez).  La identidad colonial sería, por ello, una identidad ambivalente, que contiene, a la vez, agresividad y narcisismo.
El estereotipo es un modo ambivalente de construir al otro, una articulación compleja de creencias contradictorias, y, en suma, un modo de representación regido, a su juicio, por la ansiedad y la contradicción.  Suele entenderse que un estereotipo es un conjunto articulado y ordenado de lugares comunes y, por tanto, una construcción tranquilizadora, repetitiva y que no suscita conflictos. En el ámbito del psicoanálisis (y, en general, en la discusión sobre la identidad y la raza), el estereotipo nombra también el modo por el que se proyecta sobre un grupo (generalmente minoritario, como, por ejemplo, el judío) todas aquellas cualidades que una comunidad o un individuo más temen u odian de sí mismos, y por tanto constituye una proyección que crea una identidad cultural en términos negativos.
Bhabha, por su parte, afirma que, al hablar de estereotipos en el contexto del discurso colonial, no adopta de forma plena ni la acepción coloquial ni la psicoanalítica del término. Esta última le parece insuficiente, porque no entraña un reconocimiento cabal de que el objeto de nuestro temor (en la proyección estereotipada) es también el objeto de nuestros deseos más profundos. Para explicar mejor esta aparente contradicción del discurso colonial acude a la noción freudiana de fetichismo, que propone como un modelo teórico que permitiría entender y explicar el estereotipo.
Bhabha propone relacionar esta noción de fetiche con el estereotipo colonial; por lo que sostiene, en primer lugar, que el estereotipo es estructuralmente similar al fetiche freudiano, porque ambos unen lo extraño y perturbador (sexual o racial) con lo familiar y aceptable (el fetiche o el estereotipo). En este sentido, el estereotipo colonial sería como el fetiche, una fijación que vacila entre el placer y el miedo. En segundo lugar, encuentra que el fetiche y el estereotipo mantienen una analogía funcional, ya que el estereotipo colonial también representaría la diferencia (por ejemplo, de raza o de cultura) como una fuente de ansiedad. De este modo, el temor que suscita la diferencia racial tendría un funcionamiento análogo al del temor que suscita la diferencia sexual y tanto el estereotipo como el fetiche serían el instrumento que normaliza esa diferencia.

Mimetismo e hibridación
En la obra crítica de Bhabha, el mimetismo es un concepto recurrente que proviene, muy posiblemente, de la lectura de la obra clínica de Fanon. Bhabha se refiere a menudo al mimetismo como un instrumento del saber y del poder colonial a la vez que como una estrategia de exclusión e inclusión social y simbólica, ya que permite discriminar al nativo “bueno” del “malo”, al que se asimila y remeda las costumbres y la civilidad del blanco y al que se resiste a la asimilación. En este sentido, no obstante, afirma que el mimetismo es también ambivalente (porque exige a un tiempo la semejanza y la desemejanza, porque reside en el juego de la similitud y en la diferencia) y que tiene un efecto perturbador en el dominio colonial.
En la propuesta de Bhabha, también el mimetismo, como el estereotipo, estaría relacionado con la fijación del sujeto colonial: finge la eliminación de la diferencia a la vez que evidencia la clamorosa inadecuación del sujeto, ya que, en los términos más claros de Bhabha, “anglizarse es una forma enfática de no ser inglés”.  Por ello, el mimetismo es una aserción ambivalente y simultánea de la semejanza y de la diferencia y desafía el conocimiento normalizado del colonizador y del colonizado. Bhabha afirma que ha buscado sus ejemplos de imitación colonial en el espacio que media entre la emulación y el remedo paródico, entre el nativo asimilado, “reformado” y “civilizado” por la intervención colonial, y su caricatura.
La duplicación de la autoridad produce una representación poderosa de contra-dominio: el mimetismo remeda la autoridad colonial en forma de presencia parcial e incompleta, y, de este modo, perturba el poder y desdibuja la diferencia en la que se fundamenta la autoridad a la que remeda. Bhabha habla a este propósito del proceso por el que la mirada vuelve al colonizador, por el que el observador se convierte en observado.
Es la percepción de la similitud, de la familiaridad, de lo compartido, lo que produce el temor y el rechazo. Es la amenaza de la analogía, el son como nosotros, pero no son nosotros. A juicio de Bhabha, sería evidente que el mimetismo está asociado al temor a una pérdida y que, como toda repetición que no es idéntica al original, desplaza la identidad y la definición de ese original. El mimetismo constituiría una forma de “invertir los efectos de la negación colonial, de tal modo que los conocimientos negados irrumpan en el discurso dominante” e interroguen las bases de su autoridad.  Bhabha supone que la autoridad colonial se asienta sobre la presunción de que la referencia discursiva es transparente, y de que existen reglas claras de reconocimiento cultural que delimitan el significado.
De igual forma, Bhabha quiere presentar un repertorio de lugares en los que se representa un libro inglés, que por excelencia es la Biblia, como un emblema del poder colonial, y sostiene variamente que ese libro inglés es un signo y un fetiche que encarna la centralidad y la permanencia del dominio europeo y que, paradójicamente, es también un indicio de la ambivalencia colonial y de la fragilidad del discurso del colonizador. Bhabha señala que los indios aceptaban de buen grado el libro “inglés” de su anécdota, la Biblia, porque era un regalo utilísimo, que podía venderse o usarse como papel. La aceptación sería un indicio de lo que Bhabha llama hibridación, que se detecta por la tensión que se produce en el límite entre culturas que tienen expectativas enormemente diversas, en este caso, sobre los usos de un libro o sobre la relevancia de su contenido. Más aún que las órdenes de la autoridad militar o que la represión de los nativos, Bhabha escribe que la producción de hibridaciones es el  efecto más conspicuo del poder colonial, y que el reconocimiento de este hecho produce un notable cambio de perspectiva sobre lo que es o no una forma de subversión y resistencia.

Conclusiones
Gracias a los conceptos anteriores, desarrollados por Bhabha, se puede decir que la relación colonial entraña la disolución del discurso occidental mediante su continua e inevitable interpretación en un medio social, religioso y cultural diverso, ya que no sólo el colonizador construye discursivamente al colonizado -como habría dicho Fanon-, sino que también el colonizado construye al colonizador, o éste se construye a sí mismo asumiendo la imagen de sí que procura la adopción del punto de vista del colonizado.

Teoría Poscolonial


Imaginando la escritura