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domingo, 3 de marzo de 2013

Conceptos y términos de Homi K. Bhabha




Los términos y conceptos más importantes que ha desarrollado Homi K. Bhabha son cuatro: la ambivalencia, el estereotipo (o el estereotipo como fetiche), el mimetismo y la hibridación. No parece descabellado, sin embargo, proponer que casi todos ellos pueden proceder de la lectura de la obra clínica de Fanon, de la que ha heredado los intereses fundamentales: la atención a la alienación colonial, a la neurosis del colonizado, a la pulsión del mimetismo.

Ambivalencia y estereotipo
Ambivalencia es uno de los términos más repetidos en la obra crítica de Homi Bhabha, quien sostiene que el discurso colonial es ambivalente, porque -como había sugerido Fanon- el otro, el nativo, es a la vez objeto de desprecio y deseo. La ambivalencia describiría en este caso un proceso simultáneo de negación y de identificación con el otro. La demanda de identificación es la de ser para otro, e implica que “la representación del sujeto se produce siempre en el orden diferenciador de la alteridad”.  Sólo a través del otro construye el sujeto su identidad y sitúa su deseo de la diferencia. Fanon había ya observado que el colonizado se construye a sí mismo a través de las representaciones del colonizador, desde la mirada del blanco y con los libros del blanco, y había descrito las fantasías del negro de blanquearse mágicamente, de asimilarse al colonizador y, sobre todo, de poseer sus bienes y ocupar su lugar. Bhabha agrega que también el colonizador desea mirarse y percibirse a sí mismo desde ese lugar, desde el punto de vista del nativo, porque ese punto de vista le engrandece: ese fenómeno es, en términos psicoanalíticos, el deseo de seguir siendo uno mismo y de ser como otro y una duplicación (esto es, el deseo de ocupar dos lugares a la vez).  La identidad colonial sería, por ello, una identidad ambivalente, que contiene, a la vez, agresividad y narcisismo.
El estereotipo es un modo ambivalente de construir al otro, una articulación compleja de creencias contradictorias, y, en suma, un modo de representación regido, a su juicio, por la ansiedad y la contradicción.  Suele entenderse que un estereotipo es un conjunto articulado y ordenado de lugares comunes y, por tanto, una construcción tranquilizadora, repetitiva y que no suscita conflictos. En el ámbito del psicoanálisis (y, en general, en la discusión sobre la identidad y la raza), el estereotipo nombra también el modo por el que se proyecta sobre un grupo (generalmente minoritario, como, por ejemplo, el judío) todas aquellas cualidades que una comunidad o un individuo más temen u odian de sí mismos, y por tanto constituye una proyección que crea una identidad cultural en términos negativos.
Bhabha, por su parte, afirma que, al hablar de estereotipos en el contexto del discurso colonial, no adopta de forma plena ni la acepción coloquial ni la psicoanalítica del término. Esta última le parece insuficiente, porque no entraña un reconocimiento cabal de que el objeto de nuestro temor (en la proyección estereotipada) es también el objeto de nuestros deseos más profundos. Para explicar mejor esta aparente contradicción del discurso colonial acude a la noción freudiana de fetichismo, que propone como un modelo teórico que permitiría entender y explicar el estereotipo.
Bhabha propone relacionar esta noción de fetiche con el estereotipo colonial; por lo que sostiene, en primer lugar, que el estereotipo es estructuralmente similar al fetiche freudiano, porque ambos unen lo extraño y perturbador (sexual o racial) con lo familiar y aceptable (el fetiche o el estereotipo). En este sentido, el estereotipo colonial sería como el fetiche, una fijación que vacila entre el placer y el miedo. En segundo lugar, encuentra que el fetiche y el estereotipo mantienen una analogía funcional, ya que el estereotipo colonial también representaría la diferencia (por ejemplo, de raza o de cultura) como una fuente de ansiedad. De este modo, el temor que suscita la diferencia racial tendría un funcionamiento análogo al del temor que suscita la diferencia sexual y tanto el estereotipo como el fetiche serían el instrumento que normaliza esa diferencia.

Mimetismo e hibridación
En la obra crítica de Bhabha, el mimetismo es un concepto recurrente que proviene, muy posiblemente, de la lectura de la obra clínica de Fanon. Bhabha se refiere a menudo al mimetismo como un instrumento del saber y del poder colonial a la vez que como una estrategia de exclusión e inclusión social y simbólica, ya que permite discriminar al nativo “bueno” del “malo”, al que se asimila y remeda las costumbres y la civilidad del blanco y al que se resiste a la asimilación. En este sentido, no obstante, afirma que el mimetismo es también ambivalente (porque exige a un tiempo la semejanza y la desemejanza, porque reside en el juego de la similitud y en la diferencia) y que tiene un efecto perturbador en el dominio colonial.
En la propuesta de Bhabha, también el mimetismo, como el estereotipo, estaría relacionado con la fijación del sujeto colonial: finge la eliminación de la diferencia a la vez que evidencia la clamorosa inadecuación del sujeto, ya que, en los términos más claros de Bhabha, “anglizarse es una forma enfática de no ser inglés”.  Por ello, el mimetismo es una aserción ambivalente y simultánea de la semejanza y de la diferencia y desafía el conocimiento normalizado del colonizador y del colonizado. Bhabha afirma que ha buscado sus ejemplos de imitación colonial en el espacio que media entre la emulación y el remedo paródico, entre el nativo asimilado, “reformado” y “civilizado” por la intervención colonial, y su caricatura.
La duplicación de la autoridad produce una representación poderosa de contra-dominio: el mimetismo remeda la autoridad colonial en forma de presencia parcial e incompleta, y, de este modo, perturba el poder y desdibuja la diferencia en la que se fundamenta la autoridad a la que remeda. Bhabha habla a este propósito del proceso por el que la mirada vuelve al colonizador, por el que el observador se convierte en observado.
Es la percepción de la similitud, de la familiaridad, de lo compartido, lo que produce el temor y el rechazo. Es la amenaza de la analogía, el son como nosotros, pero no son nosotros. A juicio de Bhabha, sería evidente que el mimetismo está asociado al temor a una pérdida y que, como toda repetición que no es idéntica al original, desplaza la identidad y la definición de ese original. El mimetismo constituiría una forma de “invertir los efectos de la negación colonial, de tal modo que los conocimientos negados irrumpan en el discurso dominante” e interroguen las bases de su autoridad.  Bhabha supone que la autoridad colonial se asienta sobre la presunción de que la referencia discursiva es transparente, y de que existen reglas claras de reconocimiento cultural que delimitan el significado.
De igual forma, Bhabha quiere presentar un repertorio de lugares en los que se representa un libro inglés, que por excelencia es la Biblia, como un emblema del poder colonial, y sostiene variamente que ese libro inglés es un signo y un fetiche que encarna la centralidad y la permanencia del dominio europeo y que, paradójicamente, es también un indicio de la ambivalencia colonial y de la fragilidad del discurso del colonizador. Bhabha señala que los indios aceptaban de buen grado el libro “inglés” de su anécdota, la Biblia, porque era un regalo utilísimo, que podía venderse o usarse como papel. La aceptación sería un indicio de lo que Bhabha llama hibridación, que se detecta por la tensión que se produce en el límite entre culturas que tienen expectativas enormemente diversas, en este caso, sobre los usos de un libro o sobre la relevancia de su contenido. Más aún que las órdenes de la autoridad militar o que la represión de los nativos, Bhabha escribe que la producción de hibridaciones es el  efecto más conspicuo del poder colonial, y que el reconocimiento de este hecho produce un notable cambio de perspectiva sobre lo que es o no una forma de subversión y resistencia.

Conclusiones
Gracias a los conceptos anteriores, desarrollados por Bhabha, se puede decir que la relación colonial entraña la disolución del discurso occidental mediante su continua e inevitable interpretación en un medio social, religioso y cultural diverso, ya que no sólo el colonizador construye discursivamente al colonizado -como habría dicho Fanon-, sino que también el colonizado construye al colonizador, o éste se construye a sí mismo asumiendo la imagen de sí que procura la adopción del punto de vista del colonizado.

1 comentario:

  1. Uff menos mal que ayudas a descifrar al autor, a mi Bhabha me parece que escribe en un lenguaje inasequible a colonizado y colonizador ...
    Gracias.

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