La cultura es un campo de lucha en el
cual se enfrentan la cultura dominante o hegemónica y las culturas populares o
subalternas. Para Bourdieu los campos son espacios de acción organizados en
torno a un interés específico e incluyen todos los aspectos de la vida de una
sociedad. Los campos culturales están constituidos por dos elementos:
· Un
conjunto denominado capital de recursos valiosos y escasos que pueden ser
económicos o culturales.
· Una
lucha por tales recursos.
En las
sociedades contemporáneas suelen diferenciarse tres campos culturales: cultura
de élite, cultura popular y cultura de masas (también llamada industria
cultural). Así, defino campo
cultural como la
malla de relaciones que concurren en la persona y que –por
consiguiente– determinan el horizonte
de eventos que es capaz de distinguir. Por lo tanto, a
continuación, analizo el campo cultural del autor guanajuatense Eduardo Antonio
Parra, desde sus inicios en la escritura hasta la situación que tiene
actualmente.
Campo cultural
en un autor adoptado por el norte
Parra nació en León, Guanajuato, el 20 de mayo de 1965, aunque desde muy pequeño se trasladó al norte del país, por lo que al poco tiempo cayó enamorado por la atmósfera que se vive en ese lado del mundo. Los olores, las costumbres, la gente y las ciudades terminaron por encantarlo, haciendo que mantuviera su residencia fija en este lugar por varios años.
Parra nació en León, Guanajuato, el 20 de mayo de 1965, aunque desde muy pequeño se trasladó al norte del país, por lo que al poco tiempo cayó enamorado por la atmósfera que se vive en ese lado del mundo. Los olores, las costumbres, la gente y las ciudades terminaron por encantarlo, haciendo que mantuviera su residencia fija en este lugar por varios años.
“Yo
llegué al norte a los cuatro años de edad, a Linares, Nuevo León, estuve hasta
los seis años en Linares, me cambié a Monterrey y a los trece me fui a Nuevo
Laredo. Yo me quedé estudiando acá y mi familia se fue a Ciudad Juárez. Los
olores, las atmósferas, los sabores. Todo lo que recuerdo me sabe a norte. Me
gusta, es fascinante”.
Aunque el
autor no pertenece directamente al norte y a un sector marginal, poco a poco se
fue apropiando de esa cultura, sociedad, ideología y personas que lo rodeaban
hasta llegar a comportarse y sentirse parte de ellos. De igual forma,
literatura entró a su vida, su primer contacto con ella fue el libro Cien años de soledad del autor Gabriel
García Márquez y fue esa fascinación en la forma de narrar lo que lo llevó a
querer copiarla pero aplicada a otras personas que fueron personajes de la
realidad que lo rodeaba. Para ello, estudió Lengua y Literatura Hispánicas en
la Universidad Regiomontana, siguiendo con la inquietud que tenía por las
letras.
Posteriormente,
perteneció a varios grupos y talleres de escritores en el género de poesía; sin
embargo, después de algún tiempo, se dio cuenta que realmente no tenía el don
para ese tipo de escritura y decidió incursionar en algún otro, porque no
deseaba abandonar su deseo de escribir. No obstante, antes de iniciarse en otro
género literario, tuvo contacto con el género periodístico de “la nota roja”,
en periódicos amarillistas, donde daba voz a personas marginales, con problemas
casi irreales debido a la carga tan fuerte de violencia y en lugares donde la
pobreza es el pan de cada día, el narcotráfico está en cada esquina y el
desierto causa la alucinación del sueño americano; por lo que esta experiencia,
lejos de alejar a Parra de su objetivo, le ayudaría a enriquecerlo.
Y fue ahí, en
el norte, donde ha encontrado los personajes perfectos, hombres que sin oficio
ni beneficio, marginales, se encuentran a un lado de la escala social que
pertenecen a esa tierra de nadie donde el desierto es el único que establece
las leyes, por eso a Parra le gustan las voces de la frontera, esas que no se
escuchan, que nadie atiende o ayuda.
“Creo
que me atraen mucho los personajes marginales, los que no tienen voz propia,
los personajes vencidos, humillados y ofendidos. Siempre son los que más me han
atraído. En general son los que más me llaman la atención. Desde joven me
pasaba esto. Veía los vagabundos y me ponía a ver sus historias, sus
anécdotas”.
De esa forma,
el escritor comenzó a adentrarse en el género narrativo, específicamente en el
cuento largo. A partir de ese momento, inició una carrera ascendente entre
diversos premios y becas para escritores, entonces fue Becario del Centro de
Escritores de Nuevo León, 1990; del FONCA, en cuento, 1996, y en novela, 1998;
del Centro Cultural Casa Lamm/Centro de Escritores Juan José Arreola, 2000; de
la Fundación Guggenheim, 2001; y miembro del SNCA, 2001. También, fue ganador
del Concurso Nacional de Cuento 1995 del Ayuntamiento de Guasave, Sinaloa, y de
la Universidad de Occidente. Primer lugar en el Certamen de Cuento, Poesía y
Ensayo 1994 de la UV.
Sin embargo,
fue hasta que obtuvo el Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo 2000 por Nadie los vio salir otorgado
por Radio Francia Internacional, que su obra comenzó a adquirir un fuerte
reconocimiento a nivel nacional y ya no sólo en el norte del país. En este
momento, Parra asciende de uno de los polos del campo cultural en el que se
había localizado por tantos años y pasa del lugar de los escritores marginados
(por temática, lugar donde escribe, editoriales donde publica), que le dan voz
a los invisibles e ignorados por la sociedad (migrantes, prostitutas, obreros,
homosexuales, pobres, pepenadores), y se localiza en un nuevo sitio donde sigue
apoyando esas ideologías pero ya no se localiza entre ellos, sino que ya sólo
juega el papel de un espectador alejado de esa realidad.
A esa
transformación, se corresponde la entrada de su obra en la editorial Era y
posteriormente en Planeta. Además, ese cambio se da de forma espectacular en la
que le publican el cuento ganador del Premio Juan Rulfo en Francia, Nadie los vio salir, como único texto en
un libro titulado con el mismo nombre. Así, comenzó la publicación de sus
diferentes obras como Los
límites de la noche, ERA, 1996; Tierra
de nadie, ERA, 1999; Parábolas
del silencio, ERA, 2006.
Aquí, es
importante decir que el campo cultural no se modifica por formación, sino por resonancia, esto es, por situaciones en las que la
conciencia no queda confinada a pozos potenciales de experiencias, sino que
divaga libremente, abierta a lo que viene, manteniendo una longitud de onda
semejante a la del medio con el que interactúa. Los viajes son oportunidades
muy particulares para que esta resonancia se produzca. De esa forma, se
entiende que el ser ganador de un premio extranjero, coincida con el inicio del
reconocimiento de su obra a nivel nacional y por lo que decide trasladar su
lugar de residencia de Monterrey a la Ciudad de México, pasando a formar parte
del centralismo cultural que margina a las literaturas regionales del interior
del país.
Ligado a ese
cambio tan importante en la vida cultural del escritor se encuentra el cambio
en las editoriales que publican su obra; por eso, su libro Nostalgia de la sombra, es
publicado en Joaquín Mortiz, 2002, y su novela, Juárez. El rostro de piedra, en Grijalbo,
2008, en el marco de los festejos del gobierno nacional por el centenario de la
Revolución y el bicentenario de la Independencia; para finalmente, publicar
casi toda su obra en Sombras
detrás de la ventana. Cuentos reunidos, en CONACULTA/Fondo
Editorial de Nuevo León/Universidad de Nuevo León/Era, 2009. Así, con estas dos
últimas obras se puede apreciar el último cambio del autor dentro del campo
cultural, colocándose por completo en un lugar totalmente opuesto al que se
ubicada en un principio. Asimismo, en los últimos años, obtuvo el Premio
Nacional de cuento Efrén Hernández 2004 y finalmente, el premio Antonin Artaud
2010 por Sombras detrás de
la ventana.
Actualmente,
Parra se sitúa cercano a la élite literaria del Distrito Federal, hace años que
no publica un libro con obra nueva, se dedica a publicar reseñas y pequeños
artículos para revistas de renombre, pero que también forman parte de las
mafias literarias de nuestro país como Letras
libres y Revista de la Universidad de
México; aunque ha tratado de conservar sus temáticas norteñas, es una pena
que no haya conservado también, aquella agudeza que tenía para defender a la
literatura del norte, escrita desde allá, pero, sobre todo, que ya no sea capaz
de mostrar esa realidad abigarrada y contrastante, en aquel lugar que él mismo,
alguna vez, describiera como: tierra de nadie.
Con este pequeño análisis se puede
observar como el campo cultural de un escritor va cambiando y transformando
todos los elementos que lo rodean y que influyen en su arte; desde las
inquietudes, la elección del género literario, las editoriales para la
publicación, los premios ganados, el lugar de residencia, las temáticas
abordadas, entre muchos otros elementos que meten al escritor en el juego del
campo cultural, involucrándolo por completo con él y sin ninguna posibilidad de
escapar. Bourdieu deja esta propuesta teórica para analizar todas esas
relaciones de poder que por más sutiles que sean están presentes en el campo
donde se desenvuelven los individuos y en donde, muchas veces, lo único que
queda es esperar.
Referencias: